Disseste-me que a vida não é bela



Um dia disseste-me que a vida não é bela. Devias estar em sofrimento e, para ti, a vida já tinha deixado de ser um lugar de entusiasmo. Tinhas dificuldade em manter o brilho no olhar de outrora e transmitias isso como se de uma epifania se tratasse.

Passei muitos anos a desconstruir a ideia de que a vida não é bela que se impregnou no meu peito, de forma latente. Fui tentando retirar os bocadinhos de cola com algodão embebido em álcool, como se faz aos pedaços de etiquetas que se grudam nos copos delicados. Creio que fui conseguindo desligar desse conceito impactante, ao longo do tempo, nem sei bem como, talvez por causa de uma coisa chamada instinto de sobrevivência, sobre a qual, felizmente, não temos qualquer controlo. Ainda bem que o instinto fala mais alto quando as tragédias se instalam e nos obriga a respirar quando parece que nos esquecemos de como se faz. Na verdade, nem sempre atentamos na respiração de forma consciente e quando o fazemos - a forma mais básica de meditação -  é naturalmente restaurador.

Autoria: Adriana Oliveira (MundoFlo)


Fui tentando falar comigo mesma e explicar (me) que também eu posso ser feliz. Apesar de tudo, a vida pode ser bela. A epifania que me transmitiste pesou-me no destino e tenho tido bastante trabalho em reorganizar o puzzle do meu peito para vislumbrar o mundo com os olhos de quem vê passarinhos verdes e paisagens esplendorosas. Aprender a apreciar o amanhecer como uma dádiva e ser grata por mais uma oportunidade, por mais um dia – que tu não tiveste.

Não sei se já consigo dizer à boca cheia que a vida é bela - tem dias! Continuo a partir pedra, a labutar, dentro e fora de mim, buscando as armas que estão ao meu alcance para dizer – e sentir -  que vale a pena viver, com o bom e o menos bom que aparece no caminho.



"Existem infinitos poços abertos nos recessos mais recônditos do nosso espírito.
Acima deles, os pássaros voam livremente."
 (Haruki Murakami, in Flíper)

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Texto en Español


Un día me dijiste que la vida no es bella. Deberías estar en sufrimiento y, para ti, la vida ya había dejado de ser un lugar de entusiasmo. Tenías dificultad en mantener el brillo en la mirada de antes y transmitías eso como si de una epifanía se tratase.

Pasé muchos años desconstruyendo la idea de que la vida no es bella que se impregnó en mi pecho, de forma latente. Fui tratando de retirar los bocaditos de pegamento con algodón y alcohol, como se hace a los pedazos de etiquetas que se pegan en los vasos delicados. Creo que he sido capaz de desligarme de ese concepto impactante, a lo largo del tiempo, ni sé bien cómo, tal vez a causa de una cosa llamada instinto de supervivencia, sobre la que, afortunadamente, no tenemos ningún control. Aunque el instinto habla más alto cuando las tragedias se instalan y nos obliga a respirar cuando parece que nos olvidamos de cómo se hace. En realidad, no siempre atentamos en la respiración de forma consciente y cuando lo hacemos -la forma más básica de meditación- es naturalmente restaurador.

Fui tratando de hablar conmigo misma y explicarme que también puedo ser feliz. A pesar de todo, la vida puede ser bella. La epifanía que me transmitió me pesó en el destino y he tenido bastante trabajo en reorganizar el puzzle de mi pecho para vislumbrar el mundo con los ojos de quien ve pajaritos verdes y paisajes esplendorosos. Aprender a apreciar el amanecer como una dádiva y ser agradecida por otra oportunidad, por un día más - que tú no tuviste.

No sé si ya puedo decir de boca llena que la vida es bella – tiene sus días! Continúo batallando, dentro y fuera de mí, buscando las armas que están a mi alcance para decir - y sentir - que vale la pena vivir, con el bueno y el menos bueno que aparece en el camino.



"Hay infinitos pozos abiertos en los recesos más recónditos de nuestro espíritu.

Sobre ellos, los pájaros vuelan libremente. "


(Haruki Murakami, in Flíper)




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