Pulverizar a dor

 

“Pulverizar a dor”: ouvi esta expressão na rádio, um destes dias, no regresso a casa, e confesso o meu espanto. Na verdade, tratava-se de um anúncio de publicidade a uma pomada para aliviar as dores musculares. Algo do estilo: “Pulverize a dor com X, fica como novo num instante!”

Masoquismos à parte, ninguém merece sofrer, obviamente. Na brincadeira, há quem diga que eu adoro um bom drama, o que não estando longe da verdade, também não representa que seja apologista do escarafunchar eterno das feridas. Aliás, tenho percebido a importância de desocupar o lugar de vítima e de queixume constante. Quanto mais reclamamos, mais ficamos enredados no negativo, tornando-se uma adição amarga, à qual tanta gente está agarrada nos dias que correm.

Transpondo o exemplo para a dimensão emocional e, apesar da consciência crescente da não vitimização, continuo a sentir a dor. Continuo a intuir que é necessário senti-la, sem a oprimir. No meu ponto de vista, “pulverizar” a dor, só mascara a sintomatologia e faz crescer um buraco cá dentro, escuro e fundo. De tanto esconder o que se sente, há quem nem se aperceba que o vazio se agigantou, num piscar de olhos. Nada haverá de mais trágico do que ter um vazio no peito.

Mesmo quando a mente não consegue acompanhar o coração – e seria ingénuo acreditar que é possível o tempo todo – e, por isso, não conseguimos entender a origem das emoções, o melhor será não lhes resistir. As lágrimas costumam ser as melhores aliadas, para quem se permite chorar.

A vida é feita de dor, isso é inegável. Hoje já consigo perceber que a dor também se revela necessária para se dar uns saltos quânticos rumo a um maior sentido. Portanto, pulverizá-la, em todas as ocasiões, condiciona a possibilidade de nos transformarmos em seres mais livres. Como se costuma dizer na gíria popular: “aceita que doi menos!”…Talvez a integração da dor na nossa vida faça com que sejamos cada vez mais hábeis para lidarmos com o que nos acontece e menos prisioneiros dos fatores que estão fora do nosso controlo.

"O coração precisa encher-se de alegrias ou de dores. Tanto umas como outras o alimentam. O que este órgão não pode suportar é o vácuo."

(Alphonse Karr)

Texto en Español

Fumigar el dolor

"Fumigar el dolor": oí esta expresión en la radio, uno de estos días, de regreso a casa, y confieso mi sorpresa. De hecho, se trataba de un anuncio publicitario de una crema para el dolor muscular. Algo así como: "¡Pasate esta crema, y quedarás como nuevo en un instante!"

Si nos separamos, nadie merece sufrir, obviamente. En broma, hay quien dice que me encanta un buen drama, lo que no estando lejos de la verdad, tampoco representa que sea apologista del escarceo eterno de las heridas. De hecho, me he dado cuenta de la importancia de desocupar el lugar de víctima y de queja constante. Cuanto más nos quejamos, más nos enredamos en lo negativo, convirtiéndonos en una adición amarga, a la que tanta gente se aferra en estos días.

Transponiendo el ejemplo a la dimensión emocional y, a pesar de la conciencia creciente de la no victimización, sigo sintiendo el dolor. Sigo creyendo que es necesario sentirlo sin oprimirlo. Desde mi punto de vista, "pulverizar" el dolor enmascara la sintomatología y hace crecer un agujero en el interior, oscuro y profundo. De tanto esconder lo que se siente, algunos ni se dan cuenta que el vacío se agrandó en un abrir y cerrar de ojos. No hay nada más trágico que tener un vacío en el pecho.

Incluso cuando la mente no puede seguir al corazón - y sería ingenuo creer que es posible todo el tiempo - y por eso no podemos entender el origen de las emociones, lo mejor será no resistirnos a ellas. Las lágrimas suelen ser las mejores aliadas, para quien se permite llorar.

La vida está hecha de dolor, eso es innegable. Hoy ya consigo percibir que el dolor también se revela necesario para dar unos saltos cuánticos hacia un mayor sentido. Por lo tanto, pulverizarla en cada ocasión condiciona las posibilidades de transformarnos en seres más libres. Como se suele decir en la jerga popular: "¡acepta que duele menos!"... Tal vez la integración del dolor en nuestra vida nos pueda hacer cada vez más hábiles para lidiar con lo que nos sucede y menos prisioneros de los factores fuera de nuestro control.

"El corazón necesita llenarse de alegrías o de dolores. Tanto unas como otras lo alimentan. Lo que este órgano no puede soportar es el vacío."

(Alphonse Karr)

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