Sou uma pessoa da manhã

Sempre tive dificuldade em fazer coisas que exigem concentração a altas horas da madrugada, pois não dou uma para a caixa quando o dia termina. No tempo da faculdade, por vezes, estudava em grupo, pela noite dentro, mas era mais pelo convívio do que pelo rendimento académico. Recordo, com nostalgia, os encontros nas cantinas para as sessões de estudo, em épocas de exame, um ambiente interessante, sobretudo pelas saídas que tinham lugar após o momento de marranço.

Com o tempo, fui percebendo que o meu corpo obedece ao ciclo circadiano e quanto mais alinhada estiver com o ritmo biológico relacionado com a luz do dia, mais equilibrada é a minha saúde e a sensação de bem-estar, o que se reflete, também, na produtividade das tarefas pelas quais sou responsável, quer ao nível profissional, quer ao nível pessoal. Portanto, deixei de me esforçar para querer estar bem desperta a horas tardias, já que isso representa um desgaste que, na maioria dos casos, não vale a pena. Aprendi a gerir melhor o tempo que dedico aos afazeres diários e desenvolvi mais gentileza para comigo mesma, escutando o meu corpo e as suas necessidades.

E, assim, confirmei que sou uma pessoa de manhãs. Adoro sentir a magia de um novo dia, o ar fresco que entra pelas nossas narinas, quando abrimos a janela, num gesto de permissão para que tudo inicie outra vez. Trata-se de um ato repetitivo, ao qual não se atribui grande importância, devido à agitação do quotidiano, mas que representa um enorme privilégio: a oportunidade de presenciar o milagre de estar viva.

Ultimamente, como tenho tido de acordar (ainda) mais cedo, ando a contemplar o amanhecer. Parece que foi necessário passar dos 40 anos para me dar conta de tamanha beleza, um quadro pintalgado de cores subtis que se impregnam no horizonte, num crescendo de sombra-luz miraculoso - “por onde andei estes anos todos para desperdiçar esta bênção?! - A aurora não obedece a um molde, não responde a régua e esquadros, revelando-se, a cada jornada, de modo completamente único, como a própria Natureza.

Sou (mesmo) uma pessoa da manhã e confesso que, nos instantes que reservo para observar o amanhecer, preservo a esperança de que algo maravilhoso estará prestes a acontecer no mundo. O entusiasmo inocente de quem começa um novo dia...

“A vida começa todos os dias.”

(Érico Veríssimo)

Texto en Español

Soy una persona de la mañana

Siempre he tenido dificultades para hacer cosas que requieren concentración a altas horas de la madrugada, porque no le pego una cuando el día termina. En el tiempo de la facultad, a veces estudiaba en grupo, por la noche, pero era más por la convivencia que por el rendimiento académico. Recuerdo, con nostalgia, los encuentros para las sesiones de estudio, en épocas de examen, un ambiente interesante, sobre todo por las salidas que tenían lugar después del estúdio.

Con el tiempo, me he dado cuenta de que mi cuerpo obedece al ciclo circadiano y cuanto más estoy alineada con el ritmo biológico relacionado con la luz del día, más equilibrada es mi salud y la sensación de bienestar, lo que se refleja también en la productividad de las tareas de las que soy responsable, tanto a nivel profesional como personal. Por lo tanto, dejé de esforzarme para querer estar bien despierta a horas tardías, ya que esto representa un desgaste que, en la mayoría de los casos, no vale la pena. Aprendí a manejar mejor el tiempo que dedico a las tareas diarias y desarrollé más amabilidad hacia mí misma, escuchando mi cuerpo y sus necesidades.

Y así confirmo que soy una persona de la mañana. Me encanta sentir la magia de un nuevo día, el aire fresco que entra por nuestras fosas nasales, cuando abrimos la ventana, en un gesto de permiso para que todo vuelva a empezar. Se trata de un acto repetitivo, al que no se le atribuye gran importancia, debido a la agitación de lo cotidiano, pero que representa un enorme privilegio: la oportunidad de presenciar el milagro de estar viva, otro día.

Recientemente, como he tenido que despertar (aún) más temprano, estoy contemplando el amanecer. Parece que fue necesario pasar de los 40 años para darme cuenta de tal belleza, un cuadro pintado de colores sutiles que se impregnan en el horizonte, en un crescendo de sombra-luz milagroso - "¿por dónde anduve todos estos años para desperdiciar esta bendición?! - La aurora no obedece a un molde, no responde a la regla, revelándose, en cada jornada, de modo completamente único, como la propia Naturaleza.

Soy (sin duda) una persona de la mañana y confieso que, en los instantes que reservo para observar el amanecer, preservo la esperanza de que algo maravilloso está a punto de suceder en el mundo. El entusiasmo inocente de quien comienza un nuevo día...

"La vida comienza todos los días."

(Érico Veríssimo)