O Amor não acaba
Gosto muito da Isabel Allende. Tendo publicado o seu primeiro romance aos 40 anos, a sua forma particular de contar histórias provoca-me um entusiasmo tal que só descanso depois terminar o livro. Além de uma referência como escritora, tenho aprendido imenso com algumas coisas que vou sabendo sobre a sua vida e visão do mundo. Numa entrevista recente, foi-lhe colocada a questão de como se despedia dos seus entes que já morreram (a sua filha, a sua mãe, os seus avós…). E esta mulher, uma força da natureza que se permitiu viver, de cabeça erguida, atravessando as maiores dores, respondeu de um modo sábio: - “Não me despeço deles porque sei que continuam comigo e a cada dia que passa sinto mais a sua presença sob a minha pele”. Arrepiante, não?! – não fosse ela a autora do livro “A casa dos espíritos”.
Porém, não se trata de uma constatação do foro esotérico, como muitos poderão cogitar. Ela não duvida, absolutamente, que eles a acompanham na sua jornada. Creio que, aos poucos, começo a entender melhor a sua afirmação, tão segura. Qual o porquê de tanta certeza? A ausência de dúvida provém de um lugar tão sagrado como o Amor – o único que quebra barreiras e nos mostra as saídas quando pensamos que estamos num autêntico labirinto de encruzilhadas.
Hoje
sei que a minha mãe continua a acompanhar-me em cada bocadinho deste trilho
que parecia mais simples nos contos de fadas que me liam na infância. Já lá vão
tantos anos da sua partida, mas é agora que sinto, com toda a força, a sua presença - não tenho dúvidas,
como a Isabel Allende. Deve ser da “idade” ou das voltas do destino que
oferecem experiência e aprendizagem, estou muito tranquila sobre esse tema. Agradeço
intensamente, cada vez que ela me aparece em sonhos – com maior frequência do
que há uns anos atrás – ou nos traços de outras pessoas que exibem,
subtilmente, a sua marca.
Também a consigo ver nos olhos da minha irmã, na beleza da sua postura e em características fortes da sua personalidade - aquele jeito bem particular, sempre apaixonada, por vezes até tresloucada, numa permanente busca por um mundo melhor. Os cabelos escuros, impecavelmente tratados, mesmo quando a minha irmã diz que está em casa a fazer limpezas: a nossa mãe era exatamente igual! E as duas são mil vezes mais organizadas do que eu!
Sinto a sua presença, principalmente, nos pequenos toques que ela me dá quando preciso de me (re) alinhar, naqueles sinais do Universo que só eu vejo - eu sei que é ela porque o seu Amor não acaba. Isso é certo.
“E desde então, sou porque tu és
E desde então és
sou e somos...
E por amor
Serei... Serás... Seremos...”
(Pablo Neruda)
El amor no termina
Me encanta la escritora Isabel
Allende. Publicó su primera novela a los 40 años, su particular forma de contar
historias me provoca tal entusiasmo que solo descanso después de terminar el
libro. Además de ser una referencia como escritora, he aprendido mucho de
algunas cosas sobre su vida y visión del mundo. En una entrevista reciente, se
le preguntó cómo despedirse de sus seres queridos fallecidos (su hija, su madre,
sus abuelos…). Y esta mujer, una fuerza de la naturaleza que se permitió vivir,
con la cabeza adelante, pasando por los mayores dolores del universo, respondió
sabiamente: - “No les digo adiós porque sé que están sigo conmigo y cada día
que pasa siento más tu presencia debajo de mi piel ”. Siniestro, ¿no es así? -
si no fuera la autora del libro “La casa de los espíritus”.
Sin embargo, esta no es una
declaración esotérica, como muchos podrían pensar. Ella no tiene ninguna duda
de que la acompañan en su viaje. Creo que, poco a poco, empiezo a entender
mejor su afirmación, tan firme. ¿Por qué está tan segura? La ausencia de dudaa
proviene de un lugar tan sagrado como el Amor, el único que rompe barreras y
nos muestra la salida cuando pensamos que estamos en un verdadero laberinto de
encrucijadas.
La certeza de Isabel Allende me
hizo reflexionar sobre la presencia del amor de mi mama. Podría haberse limitado
a la duración de su existencia, desafortunadamente bastante corta, y "eso
solo" sería lo suficientemente incondicional. Pero en su caso, esta forma
de amor brotó de su pecho, muchos años antes de convertirse en nuestra mama. Me
gusta mucho recordar la historia que me contó sobre el tiempo que esperó mi
llegada: pidió mucho al cielo durante 7 años, y fue bendecida por un milagro
cuando se enteró de mi existencia, de ahí la elección del nombre María Celeste. La versión de mi papá de
mi nombre incluía las "3 Marías", las estrellas que componen el
Cinturón de Orión y son un importante punto de referencia. Me encantan ambas
versiones, pero confieso que, en mi cabeza, terminan fusionándose… mágicamente.
Hoy sé que mi mama me sigue
acompañando en cada tramo de este camino que parecía más sencillo en los cuentos
de hadas que me leían cuando era chica. Han pasado tantos años desde su
partida, pero es ahora que siento su presencia con todas mis fuerzas, no tengo
dudas, como Isabel Allende. Debe ser la “edad” o los giros del destino que ofrecen experiencia y aprendizaje, estoy
muy tranquila sobre este tema. Estoy profundamente agradecida cada vez que se
me aparece en sueños, más a menudo que hace unos años, o en las características
de otras personas que muestran sutilmente su marca.
También la veo en los ojos de mi
hermana, en la belleza de su postura y en los fuertes rasgos de su
personalidad, esa forma tan particular de ser, siempre enamorada, a veces incluso
un poquito loca, en la búsqueda permanente de un mundo mejor. Su cabello
oscuro, impecablemente peinado, incluso cuando mi hermana dice que está en casa
limpiando la casa: ¡nuestra mama estaba exactamente igual! ¡Y las dós son mil
veces más ordenadas que yo!
Siento su presencia,
principalmente, en los pequeños toques que me da cuando necesito alinearme, en
esas señales del Universo que solo yo veo, solo yo sé que es ella porque su
Amor no se acaba, jamas.
"Y desde entonces,
soy porque tú eres
y desde entonces eres
Yo soy y nosotros somos
...
y por amor
Yo seré ... tú serás
... nosotros seremos ... "
(Pablo Neruda)
Comentários
Enviar um comentário