O tempo: inimigo ou aliado?


E, de repente, mais um Outono. Chegou o momento de ir buscar os agasalhos e começar a acender as lareiras. Os dias são cada vez mais pequenos e a mudança da hora, que acontece em Portugal, afigura-se, para muita gente, como um murro no estômago. Ouço falar que custa a adaptação ao novo horário, à diminuição da luminosidade no final do dia e às constipações que aparecem sem ser convidadas.

A passagem do Tempo continua a despertar a curiosidade dos leigos e dos especialistas, havendo, ainda, tanto por desvendar. Nós, enquanto seres humanos, travamos uma relação ao estilo amor-ódio com o Tempo, uma personagem que se mantém firme ao longo da narrativa da nossa vida. Ora perspetivamos o Tempo como um aliado, ora como um inimigo, numa lógica praticamente esquizofrénica, por não sabermos, consistentemente, pacificar esta comunicação.


Na verdade, o Tempo faz o que quer e o que bem lhe apetece com os desígnios humanos. É ele que comanda a extensão das experiências e a caducidade dos nossos sonhos. Não deixa de ser, de certo modo, um tirano que nos puxa e empurra, vezes sem fim, para o abismo, impelindo-nos a agir quando só queríamos permanecer quietos, num canto.

Ao Tempo devemos o TUDO e o NADA. Porém, na humildade de saber quem somos, podemos tirar partido da existência e da sabedoria resultante dos anos de vida. Podemos, assim, desfrutar das nossas pessoas sem olhar para o relógio, entregarmo-nos ao prazer de uma boa risada e de um suspiro, sem qualquer noção cronológica. É certo que seremos sempre escravos do Tempo, mas ele também se vai revelando um pai que nos consola e nos mostra o caminho, mesmo depois de juntarmos umas quantas pedras pelo meio.

Oh! Tempo, Obrigado! Continuaremos empenhados na tentativa de te conhecer e te aproveitar o melhor possível. Por agora, é tempo de assar umas castanhas e brindar com jeropiga, enquanto se contemplam as cores outonais das folhas que caem.

“Ninguém chegou a ser sábio por acaso.”

(Séneca) 

 

Texto en Español

El tiempo: enemigo o aliado?

De repente, otro Otoño. Llegó el momento de ir a buscar los abrigos y empezar a encender las chimeneas. Los días son cada vez más pequeños y el cambio de hora, que ocurre en Portugal, se siente, para mucha gente, como un golpe en el estómago. He oído que cuesta adaptarse al nuevo horario, a la disminución de la luminosidad al final del día y a los resfriados que aparecen sin ser invitados.

El paso del Tiempo continúa despertando la curiosidad de los laicos y de los especialistas, habiendo aún mucho por desentrañar. Nosotros, como seres humanos, tenemos una relación amor-odio con el Tiempo, un personaje que se mantiene firme a lo largo de la narrativa de nuestra vida. A veces vemos el tiempo como un aliado, otras como un enemigo, en una lógica prácticamente esquizofrénica, por no saber pacificar esa comunicación.

En realidad, el Tiempo hace lo que quiere y lo que le apetece con los designios humanos. Es él quien dirige la extensión de las experiencias y la caducidad de nuestros sueños. No deja de ser, en cierto modo, un tirano que nos tira, una y otra vez, hacia el abismo, empujándonos a actuar cuando solo queríamos permanecer quietos, en un rincón.

Al tiempo debemos TODO y NADA. Sin embargo, en la humildad de saber quiénes somos podemos sacar provecho de la existencia y de la sabiduría resultante de los años de vida. Podemos, así, disfrutar de nuestra gente sin mirar el reloj, entregarnos al placer de una buena risa y un suspiro, sin ninguna noción cronológica. Es cierto que siempre seremos esclavos del Tiempo, pero el también se revela como un papá que nos contiene y nos muestra el camino, incluso después de haber juntado algunas piedras por el medio.

Oh! Tiempo, gracias! Seguiremos comprometidos en el intento de conocerte y disfrutarte lo mejor posible. Por ahora, es momento de cocinar unas castañas y brindar, mientras se contemplan los colores otoñales de las hojas que caen.

"Nadie es sabio por casualidad."

(Seneca)





Comentários

Mensagens populares