Fechar etapas
“Não é defeito, é feitio!” - dizem as vozes antigas - como sou Caranguejo, primo pela forte ligação às memórias, acontecimentos e pessoas. Os nativos deste signo do Zodíaco tendem a manifestar dificuldades com o apego, custa-lhes esquecer e deixar ir. Dão voltas a cada centímetro do passado e revivem todas as gotas de lembrança, até à exaustão, quer se trate de boas ou más vivências.
Os fins de ciclo sempre foram um desafio para mim. A este respeito, recordo-me, de uma fase bem marcante: a transição da escola primária para o 2º ciclo. Tive a sorte de viver os 4 anos do 1º ciclo com enorme felicidade, quer pelas aprendizagens, quer pela turma e, sobretudo, pela professora. Aproximando-se o término do ano letivo, fomos incumbidos de organizar uma celebração e eu, com outra colega, tomámos a iniciativa de escrever uma pequena peça de teatro para representação na festa da escola.
A temática da peça consistia, precisamente, na resistência à mudança e ao desapegar de uma etapa de vida – aos olhos de crianças de 9/10 anos de idade. A ideia era que um grupo de alunos fazia de propósito para reprovar no exame e, com isso, não transitava para o ano seguinte. Como consequência, a turma manter-se-ia unida e continuaria a aprender, naquela escola, com a querida professora. Apesar da audácia dos alunos, a docente apercebe-se da intenção do grupo e valida as provas, para surpresa de todos. No fim, as crianças abraçam-se e aceitam que, apesar da saudade, a vida segue e é hora de dar o passo seguinte, rumo ao desconhecido – que trará novos conhecimentos, novos professores e novos amigos.
Fechar etapas faz parte do próprio ciclo de vida. O percurso de um ser humano é composto por inúmeras fases de nascimento – desenvolvimento – morte, umas bem definidas na linha cronológica, outras que se cruzam e se baralham entre si, fazendo-nos crer que vivemos numa contínua película de filme. Através das experiências, tenho tentado aprender a gerir melhor as emoções da nostalgia que se entranham na minha alma, procurando compreender as mensagens, momento a momento. Nem sempre é fácil, preciso do meu tempo de luto e de desapego, mas fechar umas portas e abrir outras vai-se revelando (mais) entusiasmante.
Mais do que resistir às perdas ou às mudanças, tenho procurado estar mais atenta ao que a vida me quer dizer a cada instante. Já dizia o Tom Jobim: a vida tem sempre razão…
“Tem dias que eu fico pensando na vida
E sinceramente não vejo saída
Como é, por exemplo, que dá pra entender
A gente mal nasce, começa a morrer
Sei lá, sei lá, a vida tem sempre razão...”
(Tom Jobim)
"No es defecto, es carácter!" - dicen las voces antiguas - como soy Cancer, tengo una fuerte conexión com las memorias. Los nativos de este signo del zodiaco tienden a manifestar dificultades con el apego, les cuesta olvidar y dejar ir. Dan vueltas a cada centímetro del pasado y reviven todas las gotas de los recuerdos, hasta el agotamiento, sean buenas o malas experiencias.
Los finales de las etapas siempre han sido un desafío para mí. A este respecto, recuerdo una fase muy marcada: la transición de la escuela primaria a la preparatória (en Portugal). Tuve la suerte de vivir los 4 años de la primaria con enorme felicidad, tanto por los aprendizajes como por los compañeros y, sobre todo, por la maestra que tuve. Acercándonos al final del año escolar, nos encargamos de organizar una fiesta y yo, con otra compañera, tomamos la iniciativa de escribir una pequeña obra de teatro para representación en la fiesta de la escuela.
La temática de la obra consistía, precisamente, en la resistencia al
cambio y al desprendimiento de una etapa de vida - a los ojos de niños de 9/10
años de edad. La idea era que un grupo de estudiantes lo hacía a propósito para
no aprovar en el examen y, con eso, no pasaba al año siguiente. Como
consecuencia, la clase se mantendría unida y seguiría aprendiendo en esa
escuela con su querida maestra. A pesar de la audacia de los alumnos, la
profesora se da cuenta de la intención del grupo y valida las pruebas, para
sorpresa de todos. Al final, los niños se abrazan y aceptan que, a pesar de la
nostalgia, la vida sigue y es hora de dar el siguiente paso hacia lo
desconocido - que traerá nuevos conocimientos, nuevos profesores y nuevos
amigos.
Cerrar etapas es parte del propio ciclo de vida. El recorrido de un ser humano está compuesto por innumerables fases de nacimiento - desarrollo - muerte, unas bien definidas en la línea cronológica, otras que se cruzan y se barajan entre sí, haciéndonos creer que vivimos en una película continua de película. A través de las experiencias, he tratado de aprender a manejar mejor las emociones de la nostalgia que se hunden en mi alma, tratando de comprender los mensajes de cada momento. No siempre es fácil, necesito mi tiempo de luto y desapego, pero cerrar algunas puertas y abrir otras va revelándose (mas) emocionante.
Más que resistir las pérdidas o los cambios, he buscado estar más atenta a lo que la vida quiere decirme en cada instante. Ya decía Tom Jobim: la vida siempre tiene razón...
"Hay días en los que pienso en la vida
Y sinceramente no veo salida
Como es, por ejemplo, que se puede entender
La gente apenas nace, empieza a morir
No sé, no sé, la vida siempre tiene razón"
(Tom Jobim)
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