Os abraços não estão em saldos

Os pensamentos vagueavam pela sua mente e ele tentava contar carneirinhos: - São horas de acordar! - dizia a sua cabeça, envolto em mil e uma divagações por segundo – a tarefa predilecta da mente de macaco – e o corpo pedia por mais descanso – sentia saudades do tempo em que dormia até ao meio dia e só o estômago lambareiro o fazia levantar da cama. Sem nada para pensar, sem nada para se preocupar – algumas coisas para fazer, mas tudo podia esperar porque o sono priorizava. Nesse tempo, corria em busca de aventuras e ria-se às bandeiras despregadas; esquecia-se dos recados que lhe tinham mandado fazer e sabia-lhe pela vida, aquele fresquinho - um pedaço de gelo com aroma artificial que imitava bem um gelado.

Agora o sofá tem efeitos soníferos e esfrega o olho enquanto pensa no dia seguinte, a rotina dos que se matam devagarinho - trabalha ou finge que trabalha em alguma coisa, gosta de aparências e gasta mais dinheiro do que tem só porque não consegue dizer que não. Parece que o dinheiro vale mais do que um abraço - este sai do bolso das emoções e há gente que não tem montante suficiente na conta dos afectos para poder esticar o braço e sentir o calor humano. É muito mais fácil exibir a jóia do que deitar uma lágrima.




E, mais uma vez, sente-se traído.

Trai-se a si mesmo quando não bate o pé frente ao consumismo desenfreado, às pressões sociais de ser assim ou ter assado porque parece mal - engole mais um bocadinho porque a colher leva mais sufoco. É assim que parece ser a vida: uma viagem pelo shopping center em dias de Black Friday … quais lutas greco romanas, agora a gente saca dos cartões de crédito e as filas crescem e crescem em busca de promoções – um retrato de leões esfomeados a desfibrar um veado.

E passa-se mais um dia, mais uma semana, mais um ano. Lembra-se, num tempo longínquo, de fazer desenhos com lápis de cor e de pedir ao seu pai para os vender para ajudar nas coisas lá de casa – como se alguém os fosse comprar! Não que lhe tivesse faltado algo, mas soube, desde muito cedo, o significado do sacrifício. E aprendeu a distinguir o material do que realmente interessa, o amor – e desse, a conta esteve sempre recheada.

No final dos números e dos presentes abertos, só queria um abraço - o tal que não aparece nas montras e não está em saldos. E não esquecer de alimentar o sonho de um mundo melhor, como dizia Eduardo Galeano: 

“(...) La gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por el ordenador, ni será comprada por el supermercado, ni será tampoco mirada por el televisor. Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas.” 


(In El derecho de soñar por Eduardo Galeano – ver texto completo ou vídeo)


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Texto en Español

Los abrazos no estan en promoción...

Los pensamientos divagan a través de su mente y trato de contar ovejas: - Hora de despertar! - dijó la cabeza, envuelto en mil divagaciones por segundo - la tarea principal preferida de la mente de un mono - y el cuerpo pide más descanso - estrañaba el tiempo en que dormía hasta el mediodía y sólo el estómago hambriento lo hacía levantar de la cama. Con nada que pensar, nada que preocuparse - algunas cosas para hacer, pero que podían esperar porque el sueño era prioridad. En ese momento, corria en busca de aventuras y se reía a gargajadas; olvidaba los mandados que le daban y le encantaban esos heladitos de agua en el verano.

Ahora el sillon tiene efectos de píldoras para dormir y se rasca el ojo mientras piensa en el día siguiente, la rutina de los que se matan lentamente - trabaja o finge que trabaja en algo , vive de aparencias y gasta más dinero del que tiene sólo porque no se puede decir que no . Parece que el dinero vale más que un abrazo - sale del bolsillo de las emociones y hay personas que no tienen suficiente cantidad en la cuenta de los afectos para dar el brazo y sentir el calor. Es mucho más fácil mostrar la joya que echar una lágrima.

Y, de nuevo, se siente traicionado.

Se traiciona cuando no enfrenta al consumismo desenfrenado, las presiones sociales para tener esto o aquello... Eso es lo que parece ser la vida: un viaje al centro comercial en días de Black Friday (Viernes Negro)... parece un  combate Greco Romano, ya que gente usa las tarjetas de crédito y las colas crecen y crecen en busca de las promociones - un retrato de leones hambrientos comiendo un ciervo.

Y asi se pasa un día, una semana, un año más. Recordando un tiempo lejano, en que hacia dibujos con lápices de colores y preguntaba a su padre si los podía vender para ayudar en las cosas de la casa - como si alguien los fuera comprar! No es que le faltase algo, pero desde una edad temprana, aprendió el significado del sacrificio. Y aprendió a distinguir el material de lo que realmente importa, el amor - y en eso la cuenta estaba siempre rellena.

Al final de los números y los regalos abiertos, sólo quería un abrazo - el que no aparece en las tiendas y no esta en promoción. Y seguir alimentando el sueño de un mundo mejor, de Eduardo Galeano:

“(... otro mundo posible) La gente no será manejada por el automóvil, ni será programada por el ordenador, ni será comprada por el supermercado, ni será tampoco mirada por el televisor.
Los economistas no llamarán nivel de vida al nivel de consumo ni llamarán calidad de vida a la cantidad de cosas. 

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