Outono

 

Uma manhã de outono e os meus pés fazem-se à estrada. Já nasceu o sol, um amanhecer tímido em que as tonalidades de transição nos fazem despertar (mais) devagar – é bom para travar o ritmo frenético do mundo atual. Sente-se, já, aquele fresquinho e, em alguns dias, até me arrependi de não ter levado mais agasalhos, sendo que a meio do percurso acabo por me esquecer de tal arrependimento. Gosto da sensação de frescura no rosto, aquela humidade que se impregna no ar e que se cola aos ramos das árvores em modo de gotículas.


A caminhada matinal, nesta época do ano, convoca uma vibração de esperança, um ímpeto para começar melhor o dia. A cada passo, a cabeça vai-se ligando mais ao corpo e, em uníssono, articulam uma melodia perfeita. O coração tem oportunidade de se desprender das amarras que, de vez em quando, o sufocam e o impedem de viver em paz.

O silêncio, o velho sábio que nos aconchega a alma. Apaziguamos os demónios, à medida que a mente se acalma e o corpo se movimenta. A energia de um resfria o outro e quem ganha é o nosso equilíbrio.

No final da caminhada, já me sinto quase a levitar. Ritmicamente, as sensações corporais inundam-me e há uma enorme leveza no meu andar. A liberdade de quem pode seguir por onde for, pois haverão, sempre, mais trilhos e jornadas pela frente. O sol já se mostra mais caloroso e agora ouço, ainda mais, os pássaros que orquestram sinfonias de cortar a respiração, tão inspiradoras! Creio que o meu ouvido anda mais apurado, não escuto somente o canto das aves, também consigo contemplar a dinâmica dos pequenos mamíferos, entre os arbustos. Alguns insetos também. O vento, às vezes mais forte e, outras, mais fraco, revela-se como um toque de percussão entre os ramos e as folhas que vão dançando numa coreografia desigual.

Por fim, as cores. A paleta de cores do Outono é a mais bela do ano. As aguarelas da natureza vão salpicando com minúcia, momento a momento. Consigo saborear a sua  gradação, as pequenas (grandes) mudanças, a cada vez que saio para esticar as pernas. Deixo-me abraçar por esta estação do ano, pelo seu colo que me protege e me aconchega o coração.

"Sei como voltar:
as cores do meu outono
desenham caminhos."
(Yberê Líbera)


Texto en Español


Una mañana de otoño y mis pies se pusieron en marcha. Ha salido el sol, un amanecer tímido en el que los tonos de transición nos hacen despertar (más) lentamente - es bueno detener el ritmo frenético del mundo actual. Se siente ya el tiempo fresquito incluso, a veces me…. me arrepiento de no haberme llevado más ropa de abrigo, pero a mitad de camino acabo olvidándome. Me gusta la sensación de frescor en mi rostro, esa humedad que impregna el aire y se adhiere a las ramas de los árboles en forma de gotitas.

La caminata matutina, en esta época del año, convoca una vibración de esperanza, un ímpetu para empezar mejor el día. Con cada paso, la mente se conecta más al cuerpo y, al unísono, articulan una melodía perfecta. El corazón tiene la oportunidad de soltarse de los lazos que, de vez en cuando, lo asfixian y le impiden vivir en paz.

Silencio, el viejo sabio que calienta nuestras almas. Apaciguamos los demonios mientras la mente se calma y el cuerpo se mueve. La energía de uno enfría al otro y quien gana es nuestro equilibrio.

Al final de la caminata, casi me siento levitando. Rítmicamente, las sensaciones corporales me inundan y hay una enorme ligereza en mi avance. La libertad de quien puede seguir donde quiera que vaya, ya que siempre hay más senderos y más viajes por delante. El sol ya se está calentando y ahora escucho aún más los pájaros que orquestan sinfonías impresionantes, tan inspiradoras. Creo que mi oído es más refinado, no solo escucho el canto de los pájaros, también puedo contemplar la dinámica de los pequeños mamíferos, entre los arbustos. Algunos insectos también. El viento, a veces más fuerte e a veces más débil, se revela como un toque de percusión entre las ramas y las hojas bailan en una coreografía desigual.

Finalmente, los colores. La paleta de colores otoñales es la más hermosa del año. Las acuarelas de la naturaleza están salpicadas de detalles, momento a momento. Puedo saborear la gradación, los pequeños (grandes) cambios, cada vez que salgo a estirar las piernas. Me dejo abrazar por esta época del año, por tu regazo que me protege y abraza mi corazón.

"Sé cómo volver:
los colores de mi otoño
dibujan caminos ".
(Yberê Libera)

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