Apagaria um dia do calendário?

 

Se, por obra de magia, fosse possível apagar um dia do calendário, eu escolheria, sem hesitação, o 10 de janeiro de 1997 – na realidade, o dia 9 marca o início da virada de página, pois tudo sucedeu, repentinamente, durante aquela madrugada. Por mais que eu tente não pensar nas datas, uma tristeza suga-me estranhamente o peito, nestes dias de início de ano, por antecipar a altura em que se assinala a morte da nossa mãe.

Tenho vindo a aprofundar o autoconhecimento nos últimos anos e um dos benefícios de remexermos nas entranhas - não é só andar na máquina de lavar e levar porrada! – é o incremento da aceitação no nosso olhar perante a vida. Aceitar é dureza, custa horrores, mas a partir do instante em que se abre a porta, tudo começa a ser mais fácil.


Em resultado desse processo (árduo) de aceitação, hoje consigo afirmar que o dia 10 de janeiro não pode ser apagado da História. Por mais que me custe, esse dia teve de existir, tal e qual. Esse dia trouxe-me ao momento atual. Esse dia fez de mim quem sou hoje – representa não só a morte, mas também o nascimento de novas camadas.

Ora, em mais um aniversário da sua partida e mantendo a homenagem que faço  questão de evocar, desta vez quero falar da minha evolução. Nem sempre me dei conta disso, até porque no meio das crises não é possível ter essa consciência – há que sobreviver e depois logo se vê. Mas agora, tantos anos volvidos, consigo olhar-me de fora como espetadora de um percurso em tantos aspetos fora do padrão, das caixas e das linhas retas.

E digo que FOI DO CARAÇAS! Estou imensamente orgulhosa daquela menina, adolescente, que sobreviveu! Podia ter acontecido tanta coisa, podia ter-me perdido de mim mesma, tantas e tantas vezes! Mas aqui estou, num encontro comigo que se torna cada vez mais pacífico porque consigo, cada vez mais, amar-me (mais e melhor!). Conhecer-me e valorizar-me. Impor limites e escolher melhor os meus papéis no mundo.

Hoje quero VIVER e não (apenas) sobreviver – essa etapa já cumpri com louvor e distinção durantes muitos anos. Agora caminho para dar e receber tudo o que mereço. Sei que o 10 de janeiro vai manter-se no calendário porque nesse dia o céu ficou mais rico - confio que a minha estrela guia jamais me abandonará.

“Existe algo profundamente forte e libertador no ato de dizer sim para a nossa vida - inteira, confusa, real ...”
(Tara Brach, “Aceitação Radical”)

Texto en Español

¿Borrarías un día del calendario?

Si por arte de magia fuera posible borrar un día del calendario, elegiría, sin dudarlo, el 10 de enero de 1997 – de hecho, el 9 marca el comienzo del cambio de página, porque todo sucedió, de repente, durante la madrugada. Por más que trate de no pensar en las fechas, una extraña tristeza me succiona el pecho, estos días de inicio de año, mientras anticipo el momento en que se marca el aniversario de muerte de nuestra mamá.

He estado profundizando el autoconocimiento en los últimos años y uno de los beneficios de cavar en las agallas: ¡no es solo caminar en la lavadora y recibir una paliza! – es el aumento de la aceptación en nuestra visión de la vida. Aceptar es difícil, cuesta mucho, pero desde el momento en que abres la puerta, todo empieza a ser más fácil.

Fruto de este (arduo) proceso de aceptación, hoy puedo decir que el 10 de enero no se puede borrar de la historia. Por mucho que me cueste, ese día tenía que existir, así como fue. Ese día me trajo al momento presente. Ese día me hizo quien soy hoy: representa no solo la muerte, sino también el nacimiento de nuevas capas.

En el aniversario de su partida y en consonancia con el homenaje que siempre me propongo evocar, esta vez quiero hablar de mi evolución. Ni siempre me di cuenta de eso, porque en el medio de las crisis no se puede tener esa conciencia, hay que sobrevivir y luego se verá. Pero ahora, tantos años después, puedo mirarme desde fuera como espectadora de un recorrido de tantas maneras que salio de lo normal, cajas y líneas rectas.

Y déjame decirte, ¡Me sali muy bien! ¡Estoy inmensamente orgullosa de esa niña, adolescente que sobrevivió! ¡Tantas cosas podrían haber pasado, podría haberme perdido, tantas veces! Pero acá estoy, en un encuentro conmigo misma que se vuelve cada vez más apacible porque logro amarme (más y mejor). Conóceme y valorame. Imponer límites y elegir mejor mis papeles en el mundo.

Hoy quiero VIVIR y no (solo) sobrevivir - esta etapa ya la he cumplido con distinción por muchos años. Ahora camino para dar y recibir todo lo que merezco. Sé que el 10 de enero permanecerá en el calendario porque ese día el cielo se volvió más rico: nacio mi estrella guía que jamas me abandonará.

“Hay algo profundamente poderoso y liberador en decir sí a nuestras vidas: completas, desordenadas, reales…”

(Tara Brach, “Aceptación Radical”)

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