A dor transforma (nos)

 

A dor transforma-nos é uma frase que se ouve por aí, inúmeras vezes - é curioso perceber que há tanta coisa que se diz sem se conhecer em profundidade. Obviamente, o ser humano aprende por observação do comportamento alheio e não só através das suas próprias vivências, como dizia o psicólogo Bandura. No entanto, teorias da aprendizagem à parte, creio que, na prática, há fenómenos que só são verdadeiramente assimilados quando passamos por eles.

No auge da dor, o objetivo é tratar da ferida e deixar de agoniar – e sabe Deus! Então, pergunto-me, para onde vai a dor? O que fazemos com ela? Guardamos, reservamos, metemos numa caixinha hermética e rezamos a todos os santos para que, por magia, ela desapareça? Não sei. Calculo que existam diversas estratégias possíveis, mas eu cá nunca me dei bem com o meter para dentro e intuo que a melhor forma de lidar com a dita consiste em expressar o que nos vai na alma. Pode ser através de lágrimas, gritos ou discursos longos. Ou, em dias mais inspirados, através da escrita, a minha eterna companheira de catarses.


Uma vez superada a fase da dor, será que fica tudo igual? Reformulo: será que deveria ficar tudo igual? Suspeito que não; todavia continuo a ser uma simples aprendiz nestas matérias, embora já tenha atravessado uns quantos calvários no meu percurso. Acho que nunca nos habituamos a sofrer, na verdade. Ou, pelo menos, é a minha maneira de ver a coisa. Como afirma Carlos Drummon de Andrade “A dor é inevitável, o sofrimento é opcional”, podemos escolher como nos podemos posicionar perante os desafios da vida. Há sempre algum tipo de opção em todas as circunstâncias, nem que seja no nosso olhar - e "só" isso, às vezes, é o suficiente.

A dor impulsiona o nosso crescimento, sem dúvida. Faz-nos querer procurar novos métodos de cura e de superação. Torna-nos mais robustos perante o caminho, mais resilientes. Só é preciso ter cuidado para que não nos endureça demasiado – há esse risco – e, para tal, convém encharcar-nos de amor. No final de contas, a larva não se transforma em borboleta sem passar por algum tipo de dor, mas a sua vivacidade faz com que tudo tenha valido a pena.

The world breaks everyone, and afterward, some are strong at the broken places.”
(Ernest Hemingway)

 Texto en Español


El dolor nos transforma

El dolor nos transforma es una frase que se oye tantas veces. Es gracioso que hay tantas cosas que se dicen sin conocerse en profundidad. Obviamente el ser humano aprende por observación del comportamiento ajeno y no solo a través de sus propias vivencias, como decía el psicólogo Bandura. Teorías del aprendizaje aparte, creo que, en la práctica, hay fenómenos que son verdaderamente asimilados cuando pasamos por ellos.

En el apogeo del dolor, el objetivo es tratar la herida y dejar de agonizar - ¡y sabe Dios! Pero me pregunto, ¿hacia dónde va el dolor? ¿Qué hacemos con el? ¿Guardamos, reservamos, metemos en una cajita hermética y rezamos a todos los santos para que, por magia, desaparezca? No lo sé. Supongo que hay varias estrategias posibles, pero yo nunca me he llevado bien con el meter dentro e intuyo que la mejor forma de lidiar con dicha consiste en expresar lo que nos va en el alma. Puede ser a través de lágrimas, llantos o gritos. O, en días más inspirados, a través de la escritura, mi eterna compañera de catarsis.

Una vez superada la fase del dolor, ¿será que todo queda igual? Reformulo: ¿será que todo debería quedar igual? Sospecho que no; todavía soy una simple aprendiz en estas materias, aunque ya he atravesado unos cuantos calvarios en mi recorrido. Creo que nunca nos acostumbramos a sufrir, en realidad. O al menos es mi manera de verlo. Como afirma Carlos Drummon de Andrade "El dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional", podemos elegir cómo podemos posicionarnos ante los desafíos de la vida. Siempre hay algún tipo de opción en todas las circunstancias, aunque sea en nuestros ojos - y "solo" eso ya es lo suficiente.

El dolor impulsa nuestro crecimiento, sin duda. Nos hace querer buscar nuevos métodos de sanidad y de superación. Nos hace más robustos ante el camino, más resistentes. Hay que tener cuidado para que no nos endurezca demasiado - existe ese riesgo - y para ello conviene empaparnos de amor. Después de todo, la larva no se convierte en mariposa sin sufrir algún tipo de dolor, pero su vivacidad hace que todo haya valido la pena.


“El mundo nos rompe a todos, mas después, algunos se vuelven fuertes en los lugares rotos.” (Ernest Hemingway)


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