Deixa que a vida te (re) encontre

 

Qual é a direção certa? Ando à procura e tenho a sensação de que ainda há tanto por percorrer. Na vida, todos nós, andamos, muitas vezes, em modo de corrida, numa busca obsessiva pela meta - usando umas talas à frente dos olhos, como cavalos de carroça, que nos impedem de contemplar o percurso. E quanto mais procuramos, mais desejamos, e a linha do horizonte vai-se deslocando de lugar. Cada vez mais longe e difícil de alcançar.

O ser humano é um ser pensante e a sua insistência no controlo faz com que a vida não responda - pode ser difícil de compreender esta ideia e mais complexo se torna pô-la em prática. Na verdade, quando deixamos ir, a vida flui. A quem nunca aconteceu estar obstinado por ter perdido um objeto e, de tanto procurar em todo o lado, desiste? Por magia, quando menos se espera, a coisa desaparecida ressurge - deve haver alguma entidade, por trás deste pano teatral, a rir-se às gargalhadas dos nossos tropeços diários, só pode! E, mais ainda, da nossa dificuldade de aprendizagem!

Autoria da fotografia: Rui Cardoso

Recentemente, fui confrontada com algo deste género. Numa caminhada pela floresta para apanhar cogumelos, entreguei-me ao abraço da natureza - é impressionante o milagre que a natureza opera em nós, uma cura completa através dos sentidos. Ora, no caminho de volta, deparei-me, não com um cogumelo, mas com uma navalha, semi-enterrada no terreno. Ao pegar nela, senti, de imediato, uma emoção tão forte que não consigo explicar por palavras – devem estar a pensar que endoideci de vez, não é?! Passo a explicar melhor…

Há 3 ou 4 anos atrás, por altura da Primavera, também acompanhei o Rui numa jornada de cogumelos e, nesse dia, ao voltar ao carro, dei-me conta que tinha perdido a navalha, no meio do mato. Ainda regressámos ao “local do crime” e procurámos, procurámos, procurámos. Com efeito, tratava-se de uma tarefa inglória, o famoso “procurar uma agulha num palheiro”.

Tanto tempo depois, no meio da floresta, após várias mudanças de estação, deslocamentos de terra, ventos, chuvas, animais e tudo o que se pode imaginar que acontece nos meandros do meio natural…. Eis que a navalha perdida volta a aparecer para que eu a (re) encontrasse, por mero acaso.

Já me tinha esquecido que este objeto existia e, na prática, não era nada de importante ou insubstituível. Porém, este reencontro tocou a minha alma como uma forma de sincronia do Universo – das que eu tenho aprendido a apreciar – para me recordar que está tudo no seu devido lugar quando deixamos a vida acontecer. Como dizia Chico Xavier:

- “Tudo o que é teu encontrará uma maneira de chegar até a ti”.

“(…)
Stand still.
The forest knows where you are.
You must let it find you.”
(David Wagoner)


Texto en Español


Deja que la vida te (re) encuentre

¿Cuál es la dirección correcta? Estoy buscando y tengo la sensación de que aún hay mucho por recorrer. En la vida, todos nosotros, andamos, muchas veces, en modo de carrera, en una búsqueda obsesiva por la meta - usando unas tablillas delante de los ojos, como caballos de carro, que nos impiden contemplar el recorrido. Y cuanto más buscamos, más deseamos, y la línea del horizonte se va desplazando de lugar. Cada vez más lejos y difícil de alcanzar.

El ser humano es un ser pensante y su insistencia en el control hace que la vida no responda - puede ser difícil de comprender esta idea y más complejo se vuelve ponerla en práctica. De hecho, cuando dejamos ir, la vida fluye. ¿A quien nunca sucedió estar obstinado por haber perdido un objeto y, de tanto buscar por todas partes, desiste? Mágicamente, cuando menos lo esperas, la cosa desaparecida resurge - debe haber alguna entidad, detrás de este telón teatral, riéndose a carcajadas de nuestros tropiezos diarios,! ¡Y más aún, nuestra dificultad de aprendizaje!

Hace poco me enfrenté a algo así. En una caminata por el bosque para recoger hongos, me entregué al abrazo de la naturaleza - es impresionante el milagro que la naturaleza opera en nosotros, una cura completa a través de los sentidos. En el camino de vuelta al coche, me encontré, no con una seta, sino con una navaja, medio enterrada en el terreno. Al tomarla, sentí, de inmediato, una emoción tan fuerte que no consigo explicar por palabras -deben estar pensando que me volví loca de una vez, ¿no?! Voy a explicar mejor...

Hace tres o cuatro años, durante la primavera, también acompañé a Rui en una salida para recojer hongos y en ese día, al volver al coche, me di cuenta de que había perdido la navaja en medio del bosque. Hemos vuelto a la "escena del crimen" y hemos buscado, buscado, buscado. De hecho, se trataba de una tarea ingenua, el famoso "buscar una aguja en un pajar".

Tanto tiempo después, en medio del bosque, después de varios cambios de estación, desplazamientos de tierra, vientos, lluvias, animales y todo lo que se puede imaginar que sucede en los meandros del medio natural... La navaja perdida vuelve a aparecer para que yo la (re) encontrara, por mera casualidad.

Ya me había olvidado que este objeto existía y, en la práctica, no era nada importante o insustituible. Pero este reencuentro tocó mi alma como una forma de sincronía del Universo - de las que yo he aprendido a apreciar - para recordarme que todo está en su debido lugar cuando dejamos que la vida siga. Como decía Chico Xavier:

- "Todo lo que es tuyo encontrará una manera de llegar a ti".


"(...)
Quédate quieto.
El bosque sabe dónde estás.
Debes dejar que te encuentre."
(David Wagoner)

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