EUA: Uma viagem de recomeço

 

Numa conversa recente com uma amiga, resgatei a memória da viagem aos Estados Unidos, quando tinha 16 anos de idade. Viajar é sempre uma oportunidade de percorrermos, não só geografias, mas também a possibilidade de (nos) atravessarmos - conhecer outros locais, culturas e pessoas torna-nos mais ricos e abertos ao mundo.

No caso desta viagem aos EUA, a travessia foi outra. Além de cruzarmos o Oceano Atlântico e podermos conhecer a fabulosa e inigualável New York City, aquelas férias representaram um verdadeiro virar de página para a nossa família - uns meses após a morte da nossa mãe.

Celeste e Daniela, Nova Iorque, 1997

A minha alma conserva – e conservará para sempre – a gratidão à Tia Célia e ao Tio Carlos (e restante família) por nos acolherem durante um verão inteiro, além de nos terem oferecido as passagens de avião e todo o tipo de roupas, acessórios e brinquedos – obviamente, a parte material é a menos importante, mas quando se é criança/jovem, esses pormenores fazem a diferença. Recordo com carinho o sorriso do (falecido) Tio Carlos - nunca conheci um coração tão generoso como aquele.

A querida Tia Célia: até hoje me liga, com regularidade, para saber como estou com aquela voz doce e preocupada. Um exemplo de ser humano: lutadora, compassiva e sempre pronta a ajudar toda a gente. O seu apoio, embora à distância, foi fundamental no nosso crescimento.

Eu e a minha irmã estivemos 2 meses com os nossos tios e primos, longe do nosso pai que ficou em Portugal. Para ele, esse período também terá representado a oportunidade de se encontrar a si mesmo, um tempo para se cuidar e integrar a vida com o recente estatuto de viúvo e pai de 2 filhas menores. Nessa época não havia Internet, falávamos uma vez por semana ao telefone e trocámos uns postais – de um deles ainda me lembro porque o meu pai dizia algo do género: “Cele, se encontrares o Tom Cruise pelas ruas de Nova Iorque, manda- lhe cumprimentos meus!” – na altura, isso representava imenso para mim, pois o dito cujo era o meu maior ídolo. Mas não tive a sorte de me cruzar com ele…

Voltámos a Portugal com uma energia diferente, carregadas de amor e cheias de histórias para contar – como a do Tio Pilo quando não viu o vidro de uma loja junto ao Planet Hollywood e bateu com o nariz na porta – Ups!. Doloroso, sem dúvida, mas completamente hilariante! Também não esquecerei as conversas, gargalhadas e idas ao cinema com os primos Natalia, Silvina, Stefan e Christofer.

Esta viagem foi uma etapa muito importante no nosso luto. Com o regresso a casa, as rotinas da nova vida sem a mãe começaram a ganhar forma; fomos assentando os tijolos, devagarinho, no processo da (re) construção da nossa família. Hoje consigo vislumbrar que fez toda a diferença, para cada um de nós. E jamais esquecerei o momento de reencontro com o pai.

Bronzeado e ainda mais bonito – como era possível?! – estava o Senhor Hugo, à nossa espera, com o olhar de sempre. O olhar de quem nos conhece e ama como ninguém e inundado do seu charme natural:

- Dani e Cele, tenho uma coisa para voz dizer: andei a treinar os ovos estrelados!

E lá fomos nós provar os esmerados ovos com sabor a recomeço.

“O suficiente é para quem não ama. No amor, só existem infinitos.”

(Mia Couto)

Texto en Español

Estados Unidos: Un nuevo recomienzo

En una conversación reciente con una amiga, rescaté la memoria del viaje a Estados Unidos cuando tenía 16 años. Viajar es siempre una oportunidad para cruzar, no solo geografía, sino también la posibilidad de aprofundarnos - conocer otros lugares, culturas y personas nos hace más ricos y abiertos al mundo.

En el caso de este viaje a EE.UU., la travesía fue otra. Además de cruzar el Océano Atlántico y conocer la fabulosa e inigualable New York City, esas vacaciones representaron un verdadero cambio de página para nuestra familia - unos meses después de la muerte de nuestra mamá.

Mi alma conserva - y conservará para siempre - la gratitud a la tía Celia y al tío Carlos (y al resto de la familia) por acogernos durante un verano entero, además de que nos han regalado los pasajes de avión y todo tipo de ropa, accesorios y juguetes - obviamente, la parte material es la menos importante, pero cuando se es niño/joven, esos detalles hacen la diferencia. Recuerdo con cariño la sonrisa del (fallecido) Tío Carlos - nunca conocí un corazón tan generoso como aquel.

La querida tía Celia: hasta hoy me llama, con regularidad, para saber cómo estoy con esa voz dulce y preocupada. Un ejemplo de ser humano: luchadora, compasiva y siempre dispuesta a ayudar a todos. Su apoyo, aunque a distancia, fue fundamental en nuestro crecimiento.

Mi hermana y yo pasamos dos meses con nuestros tíos y primos, lejos de nuestro papa que se quedó en Portugal. Para él, ese período también habrá representado la oportunidad de encontrarse a sí mismo, un tiempo para cuidarse e integrar la vida con el reciente estatuto de viudo y padre de 2 hijas menores. En esa época no había Internet, hablábamos una vez a la semana por teléfono e intercambiamos unas postales - todavía me acuerdo de una en que mi papa decía algo así: "¡Cele, si encuentras a Tom Cruise por las calles de Nueva York, mándale saludos míos!" - en ese momento, eso representaba mucho para mí, porque ese actor era mi mayor ídolo. Pero no tuve la suerte de cruzarme con él...

Volvimos a Portugal con una energía diferente, cargadas de amor y llenas de historias para contar - como la del tío Pilo cuando no se dió cuenta del vidrio de una tienda junto al Planet Hollywood y golpeó con la nariz en la puerta - ¡Ups!. Doloroso, sin duda, pero de matar de la risa! Tampoco olvidaré las charlas, risas y idas al cine con los primos Natalia, Silvina, Stefan y Christofer.

Este viaje fue una etapa muy importante en nuestro duelo. Con el regreso a casa, las rutinas de la nueva vida sin nuestra mamá comenzaron a tomar forma; fuimos asentando los ladrillos, lentamente, en el proceso de la (re) construcción de nuestra familia. Hoy logro vislumbrar que ha hecho toda la diferencia, para cada uno de nosotros. Y jamás olvidaré el momento de reencuentro con papá.

Quemado del sol y aún más guapo - ¿cómo sería posible?! - estaba el Señor Hugo, esperandonos, con la mirada de siempre. La mirada de quien nos conoce y ama como nadie y inundado de su encanto natural:

- Dani y Cele, tengo algo que decirles: estos meses he estado praticando los huevos fritos!

Y allí fuimos a probar los esmerados huevos con sabor a recomienzo.

"Lo suficiente es para quien no ama. En el amor, solo existen infinitos."

(Mia Couto)