Eu gosto é do Verão

 

Nós vamos mudando ao longo do tempo – pelo menos, a meu ver, é o que de melhor nos pode suceder neste caminho que percorremos, ou que nos percorre, a toda a velocidade. Já dizia Einstein que o tempo é relativo e hoje consigo comprová-lo quando aciono as memórias de infância que me recordam o quanto eu desesperava por pensar que o Verão era demasiado longo.

Agora dá-me vontade de rir, essa assunção infantil. Embora amasse o Verão – e nisso nada mudei, continua a ser a minha estação do ano preferida – a ânsia de voltar à escola, e a tudo o que ela representava, era tanta, que contava os dias que faltavam para que as férias terminassem. Na prática, muitos dos dias de Verão eram iguais, pois os nossos pais trabalhavam o ano inteiro e não havia “tempo” para dias fora em família. Felizmente, a praia era pertinho e a maioria dos momentos de descanso eram passados à beira-mar. Talvez por isso tenha desenvolvido uma relação única com tudo o que seja água: mar, rio, piscina, ribeiro, cachoeira ou até um balde que dê para refrescar quando a temperatura sobe demasiado. Acho que também deve ser porque sou do signo Caranguejo e o elemento água é fundamental no meu mapa astral. Preciso muito de água para me limpar, libertar e, simplesmente, ser.

Das coisas que mais apreciava em miúda era poder brincar na rua até tarde. Aquelas noites de verão, quentes, em que parecia que toda a gente saía de casa. Dava-me uma sensação de esperança – e, até, de invencibilidade, não sei porquê. As noites de verão deixam promessas no ar, alimentam os sonhos, dando-nos energia para que os possamos concretizar.

Pois bem, há coisas que mudam - ou que nos mudam - como o tempo. Nesse sentido, gostava de dizer à criança que fui que não anseie pela chegada das aulas. O que importa, realmente, é absorver com toda a alma, o aroma de uma bela noite de verão. Sentir a brisa fresca depois de um dia quente. Deitarmo-nos na cama com a ressaca de praia. Comer gelados até não haver amanhã. Ou bolas de Berlim. Ouvir Bob Marley em modo repeat. No Verão não há dietas, nem dores de barriga, isso é certo.

Embora tenha nascido no Inverno – em Julho, na Argentina - a maior parte dos meus aniversários foram passados no Verão. E, de facto, esta é a época que mais ressoa com a minha maneira de sentir o mundo, de expandir o que de melhor tenho para (me) oferecer.

Eu gosto é do Verão…. Já dizia a canção…

"O verão está instalado no meu coração"

Clarice Lispector

Texto en Español

Me gusta el verano

Vamos cambiando con el tiempo - al menos, en mi opinión, es lo que mejor nos puede suceder en este camino que recorremos, o que nos recorre, a toda velocidad. Ya decía Einstein que el tiempo es relativo y hoy puedo comprobarlo cuando activo las memorias de infancia que me recuerdan cuánto me desesperaba por pensar que el verano era demasiado largo.

Ahora me dan ganas de reír, esa asunción infantil. Aunque me encantaba el verano - y no he cambiado nada en esse aspecto, sigue siendo mi estación favorita del año - la ansia de volver a la escuela, y a todo lo que ella representaba, era tanta, que contaba los días que faltaban para que las vacaciones terminaran. En la práctica, muchos de los días de verano eran iguales, pues nuestros papás trabajaban todo el año y no había "tiempo" para días fuera en familia. Afortunadamente, la playa estaba cerca y la mayoría de los momentos de descanso se pasaban junto al mar. Quizás por eso desarrollé una relación única con todo lo que sea agua: mar, río, pileta, arroyo, cascada o incluso un balde que da para refrescarse cuando la temperatura sube demasiado. Creo que también debe ser porque soy del signo Cáncer y el elemento agua es fundamental en mi mapa natal. Necesito mucho de agua para limpiarme, liberarme y simplemente ser.

Lo que más me gustaba de niña era jugar en la calle hasta tarde. Aquellas noches de verano, calientes, en que parecía que todo el mundo salía de casa. Me daba una sensación de esperanza - e incluso de invencibilidad, no sé por qué. Las noches de verano dejan promesas en el aire, alimentan los sueños, dándonos energía para que podamos cumplirlos.

Pues bien, hay cosas que cambian - o que nos cambian - como el tiempo. En ese sentido, me gustaría decirle a la niña que fui yo que no anhela la llegada de las clases. Lo que importa, realmente, es absorber con toda el alma, el aroma de una hermosa noche de verano. Sentir la brisa fresca después de un día caluroso. Acostarse en la cama cansada de la playa. Comer helado hasta cansarse. Escuchar a Bob Marley repetidamente. En verano no hay dietas, ni dolores de estómago, eso es cierto.

Aunque nací en invierno - en julio en Argentina - la mayoría de mis cumpleaños se pasaron en verano. Y, de hecho, esta es la época que más resuena con mi manera de sentir el mundo, de expandir lo que de mejor tengo para (me) ofrecer.

Me gusta el verano... Ya decía la canción...

"El verano está instalado en mi corazón."

Clarice Lispector